¿Cuales son los miedos sexuales de las mujeres?

¿Por qué hay tantos miedos en el tema del sexo? La principal razón nace del concepto tradicional del sexo que lo relaciona con el pecado, la vergüenza y el tabú y que ha sido más represivo con las mujeres.

No es gratuita la herencia milenaria que heredamos de nuestros antepasados que vincula aún la vida sexual con el placer malsano, con la deshonra de las mujeres y con el poder de los hombres que los agobia y los llena de más miedos.

En el caso de nosotras, fuimos educadas para ser buenas mamás y esposas y el sexo nos lo mostraron como algo enmarcado en el matrimonio y en la reproducción. Nuestra cultura idealizó la felicidad femenina con la llegada de un príncipe que esperaba como regalo una mujer virgen y dispuesta a darle hijos. ¡Nada más! Se nos negaba el derecho a sentir, a desear o conocer de sexo porque eso no era propio de una dama.

Los miedos sexuales quedan anclados en las mentes de las mujeres en la medida en que no se puedan liberar de tantos prejuicios y mitos acerca del sexo. Revisemos los miedos más frecuentes:

  • *La primera vez: desde antes de que la mujer inicie su vida sexual ya está signada por el terror del dolor o sangrado en la primera relación sexual que tenga. Lastimosamente, nuestras jóvenes aún conservan el mito de la pérdida de su virginidad dolorosa, a sabiendas de que el dolor en un primer coito ocurre sólo en aquella que no esté suficientemente relajada y excitada.
  • Las relaciones prematrimoniales: una sociedad que prohíbe o cuestiona la vida sexual de sus mujeres es una sociedad inequitativa. Mientras que incitamos a los hombres a iniciar su vida sexual desde que son adolescentes, a las mujeres se lo prohibimos. Seguimos calificando al género femenino por su vida sexual y no por su inteligencia, tenacidad o responsabilidad; de ahí que “la zorra” merece menos respeto y consideración que “la dama”, entendiendo que la primera es aquella que se atreve a disfrutar su sexualidad plenamente.
  • *El placer y el cuerpo como culpa: Hace poco me escribió una jovencita que desea tener su primera vez con su novio pero teme profundamente que él la vea como un trofeo si eso ocurre. ¡Cuántas creencias malsanas y tontas manejamos las mujeres!

La educación sexual familiar todavía le inculca a las mujeres que el manoseo -léase las caricias-, los besos y las relaciones sexuales indican que los hombres “se quieren aprovechar de ellas”. Las frases que una niña escucha de sus padres son: “ellos son malos”, “sólo quieren sexo”, “no te confíes de los hombres”, etc.

¿Puede luego esta mujer gozar de su sexualidad? Difícilmente lo logrará ya que en su mente rondan esos fantasmas que le impedirán disfrutar una caricia o desear un beso porque de seguro le harán daño.

  • *El rechazo de la pareja si ella “sabe más de sexo”: Es sorprendente lo que sucede en nuestros tiempos de modernidad y aparente libertad sexual. Los hombres se quejan cuando las mujeres son pasivas y poco seductoras, pero al tiempo, cuestionan a las que toman la iniciativa. No es extraño que en mi consulta acuda un caballero que falla en la intimidad cuando su pareja le sugiere una posición, o si ella le pide ponerse para protegerse. Por supuesto, esas contradicciones humanas les impiden a las mujeres expresar abiertamente sus apetitos, su gratificación o sus necesidades en cuanto al sexo se refiere. Se ven obligadas entonces a disimular o aparentar con un resultado sexual pobre e hipócrita.
  • *El miedo a la desnudez: Cada vez más los medios de comunicación y la publicidad muestran cuerpos esculturales y rostros jóvenes como el paradigma de belleza femenina. Esta presión causa un tremendo daño a la autoestima porque nos hace creer que las gorditas, las que tienen arrugas o celulitis o aquellas con pechos pequeños, deben cubrirse y apagar la luz mientras tienen sexo.

Si se cree que el cuerpo es feo automáticamente se bloquea la respuesta sexual. Así que una mujer que se avergüence de sí misma no podrá excitarse y mucho menos alcanzar un orgasmo; indudablemente, esos miedos que la acompañan no le permitirán gozar su sexualidad.

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