Muchos siglos lleva la humanidad creyendo cosas sobre el cuerpo de la mujer que la ha estigmatizado, discriminado y conducido a prejuicios y hasta violencia contra ella. Muchas falsedades nos la tragamos hasta los médicos, como el cuentico de que el clítoris es un «micropene», tal como hasta hace pocos años aparecía descrito en los textos de anatomía.
Afortunadamente, la medicina sexual ha avanzado de la mano de otras especialidades como la ginecología, pero todavía miles de mujeres creen ciegamente en los mitos sexuales que vienen transmitiéndose de generación en generación. Algunos de esos mitos son:
Mito: El orgasmo de una mujer madura debe ser por penetración vaginal.
Este mito viene del concepto expresado por el psiquiatra Sigmund Freud quien describió el «orgasmo clitorídeo» como propio de las adolescentes pero que luego le daba paso al «orgasmo vaginal» en la mujer adulta y madura. Por supuesto, esto se replanteó y hoy se sabe que no existen dos orgasmos diferentes; sólo uno que resulta de la estimulación de puntos erógenos específicos. Una mujer puede llegar con el coito o sin penetración por caminos diferentes. Y punto.
Mito: el himen garantiza la pureza de la mujer.
!Habrase visto más injusticia que considerar nuestra «pureza» y dignidad por la presencia del himen! Hasta pruebas de virginidad se realizan en pleno siglo XXI en algunos países del mundo como Afganistán para calificar a una joven apta para el matrimonio. Se sabe que el himen es una membrana rugosa y no una tela que cubre la entrada de la vagina, y que puede o no desgarrarse en una penetración coital pero también por ejercicios físicos o pequeños traumas. Otro dato interesante es que muchas mujeres no tienen himen, o este es elástico y se desgarra en el momento de un parto vaginal.
Mito: la primera vez tiene que doler
El dolor de la primera vez al que tantas mujeres le temen ocurre por la contracción de los músculos que rodean la vagina en la mujer primeriza que está asustada. Pero también presentan dolor las inexpertas con poco lubricación debido a un ambiente inadecuado o a una pareja que no la estimula lo suficiente antes de ser penetrada. Si la chica conoce su cuerpo y se prepara para disfrutar el momento, seguramente no va a sufrir como este mito obsoleto se ha encargado de convencerla.
Mito: una joven que no ha tenido relaciones sexuales no puede usar tampón.
Volvamos al himen: esta estructura anatómica – insisto en que la virginidad es un concepto cultural y retrógrado que va contra la libertad de la mujer – tiene uno o varios orificios pequeños por donde sale el flujo menstrual. De hecho, en algunos casos, se aprecia un himen imperforado que no deja salir la sangre menstrual y se soluciona con cirugía. Pero, una adolescente que desee usar tampón no va a precipitar el rompimiento del himen como muchos padres temen.
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