¿Alguna vez has querido retozar en la cama, pero tu pareja te dice que no le provoca? ¿Y esto viene pasando muy seguido, al punto de que ya te sientes rechazado y a veces con mucha rabia?
La asincronía sexual es una situación incómoda que aumenta de manera alarmante como motivo de queja en mi consulta. Y no es sólo preocupación de hombres que se sienten despreciados por sus mujeres; ellas también manifiestan sentirse aburridas de rogar y tomar la iniciativa con el riesgo de escuchar un “no quiero ahora”.
El deseo sexual es particular de cada individuo y tiene que ver con la historia sexual de nosotros: la manera como fuimos educados, las creencias acerca del sexo, las experiencias personales y el valor que le damos a la vida sexual, entre otros elementos, regulan esa especie de termómetro que define el grado de calentura. Y eso no es malo. Aquí se evidencia la diversidad en las conductas y actitudes sexuales.
El lío se arma cuando ese deseo no coincide con el de mi pareja. Cuando uno quiere, el otro ni se espabila; o viceversa, cuando mi pareja está que arde por mí, yo me siento más fría que una pingüina. Hasta aquí podríamos preguntarnos: ¿Cuál es el problema? No somos almas idénticas y no siempre vamos a estar sincronizados con el otro, por más que nos amemos.
Razón tiene esta última reflexión y pasa algo similar con el gusto por comer algún alimento. Te daré un ejemplo: a ambos nos gusta comer pollo pero sólo a uno de los dos le apetece probarlo todos los días sin aburrirle. Mientras que a mí, por ejemplo, me aburre el mismo sabor, así variemos la receta y me provoca el pollito cada ocho días. ¿Existe algún problema? Definitivamente no.
Ahora retorno al problema que se arma cuando el fanático del pollo pretende, espera y hasta exige que comamos según sus gustos y apetitos. Aparecen entonces los reclamos: “por qué no deseas comer hoy?”. Y luego, el disgusto: “amanezco furibundo porque no me diste pollo anoche”; y luego, el recelo traducido en la frase: “¿alguien más te está brindando un platillo diferente al pollo?”. Finalmente, las peleas y la baja autoestima del que es rechazado mientras su pareja cada vez va perdiendo las ganas de probar la receta que le están ofreciendo. ¿Estás de acuerdo conmigo en que es un tremendo nudo que se arma?
Confío en que hayas comprendido la simbología del pollo aplicada a la vida sexual. Muchas veces, la asincronía sexual se agrava porque nos han educado en la creencia de que las relaciones sexuales son obligatorias y nos tiene que provocar cuando al otro le apetece.
¿Cómo resolver esta disparidad de deseos?
En primer lugar, dialogar y tratar de llegar a acuerdos para que nadie se sienta presionado ni rechazado; es decir, tratar de balancear las ganas cediendo a veces, y otras aplazando la calentura. ¿Qué no se puede? Por supuesto que sí, concientizándose de que el deseo sexual podemos manejarlo voluntariamente, a diferencia de los animales que solo se guían por su instinto primitivo.
¿Es fácil resolver la asincronía sexual?
Nadie puede asegurar que la asincronía sexual no va a generar conflictos de pareja. Si sientes que no es fácil ponerse de acuerdo, es el momento de consultar con el sexólogo quien, después de descartar problemas del deseo en ambos, va a enseñarles habilidades eróticas para que puedan llegar a un punto de equilibrio. Las soluciones existen así que no es conveniente dejar que se agraven las cosas y terminen distanciándolos peligrosamente.
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