Muchas veces nos hemos preguntado por qué algunas conductas se dan más en un género que en el otro. Algunas respuestas son producto de condicionantes biológicos e inamovibles pero la mayoría de comportamientos sexuales son producto de la educación que recibimos en la infancia y la influencia del medio ambiente, como la religión, la escuela, los medios de comunicación y las normas impuestas por el Estado.
Hay dos grandes incógnitas que atañen más a los hombres que a las mujeres y que tienen que ver con la realidad que vivimos a diario. Estas son:
1.¿Por qué los hombres intercambian más imágenes porno en sus celulares que las mujeres?
Según una encuesta realizada por el diario Post se encontró que el 91,4% de los hombres recibe contenidos pornográficos en sus celulares mientras que solo el 55% de las mujeres reconoció recibir contenidos sexuales. Si nos referimos a la frecuencia, un 68% de los varones los recibe diariamente o casi todos los días mientras que el 69,5% de las mujeres dijo recibirlos nunca o casi nunca.
En una de las preguntas formuladas a 199 hombres y 112 mujeres a quienes se les aplicó esta encuesta, la mitad de los hombres dijeron que está bien que circule porno por whatsapp – o wasap adaptado al idioma español- y el otro 50% contestaron que no estaba bien. Las mujeres, por su parte, en un 82,2% se mostraron en desacuerdo con esta moda tecnológica.
Estos hallazgos se asemejan a lo que viene ocurriendo en nuestras latitudes. ¿Cuál es la explicación de este fenómeno creciente? ¿curiosidad masculina, morbo derivado de la testosterona o cuestión cultural?
Expertos en el tema no se ponen de acuerdo porque están involucrados varios elementos y características individuales como rasgos de personalidad, nivel cultural o creencias machistas. Lo curioso es que hombres casados que tienen esposas e hijas manejan una doble moral, mostrando una imagen honorable que no coincide con el discurso grotesco o vulgar que comparte con los amigos del chat. No importa que sean grupos de amigos del colegio, del equipo de fútbol o de parrandas, las imágenes pornográficas lideran el mayor porcentaje de envíos por wasap.
Un miembro de un grupo de wasap exclusivamente masculino se sintió ofendido cuando le compartieron el video porno protagonizado por una adolescente, pero no se atrevió a cuestionarlo en el chat para que no lo tildaran de moralista. Esto refleja el temor de los hombres al rechazo o censura de sus amigos de género y funciona igual cuando alguno se excusa de ir a jugar fútbol porque tiene que cuidar a los niños, pero miente para que sus compañeros no lo tilden de “huevón” o dominado por su mujer.
En Colombia, la Fundación Rompecabezas Armacorazones, ha logrado detectar 133 grupos de pornografía infantil por wasap en el que participan profesores y personajes conocidos de la vida pública del país. En estos chats intercambian fotografías y videos de bebés de 3 meses de nacido hasta los 12 años. La legislación nuestra castiga con pena de 10 a 12 años a todo aquel que manipule, difunda, almacene o exhiba imágenes de pornografía en su celular o en cualquier red social a la que pertenezca. Así que no tiene excusa aquel que pertenece a un chat colectivo en el que se envíe porno -así sea a manera de chiste – y no haga nada para detenerlo.
2.¿Por qué los hombres buscan sexo con prostitutas o «prepagos» aun teniendo pareja estable?
Una investigación que publicó la revista Sexualities, realizada por investigadores de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica y de la Universidad Belfast, revela las causas que motivan a los hombres a pagar por sexo:
*El 47% disfruta tener sexo con gente diferente
*un 40% expresa que le permite explorar su sexualidad
*el 41% asegura que puede hacer cosas que no había probado antes.
*el resto de encuestados confiesa que les gusta porque no hay lazos emocionales, que les permite hacer cosas que no podrían hacer con su pareja, que pagando es la única manera en que pueden tener sexo, que les excita el secretismo o les hace sentirse con mayor autoestima.
Hace algún tiempo alguien que se hace llamar Lola, escribió para la revista colombiana Soho su experiencia como observadora en algunos prostíbulos de Bogotá. Ella considera que los hombres se dejan fascinar por las putas por varias razones que van desde la curiosidad, hasta la comodidad de sentirse complacidos por una mujer que no les exige un “te amo” ni les hace escenas de celos, ni tienen que fingir que son buenos polvos aunque sean un verdadero desastre en sus casas. O tal vez, y esto lo agrego yo, por los falsos estereotipos de machos que dominan con su pene erecto y que tienen que demostrárselo a ellos mismos, una y otra vez.
El psicoanalista Juan Carlos Volnovich, en la revista virtual Página/12 (2006), describe al hombre que paga por sexo como producto de una construcción social patriarcal derivado de “ancestrales derechos de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres, derechos de los poderosos sobre el cuerpo de los débiles”. Continúa escribiendo el autor que en la prostitución “todo está puesto al servicio de la dominación, de la denigración femenina y, dicho sea de paso, de la humillación masculina en aras del refuerzo de la virilidad convencional”.
¿Las incógnitas del ser hombre que planteo tienen otras posibles respuestas?
Por supuesto que sí. Los movimientos feministas y los colectivos de hombres con enfoque de género vienen trabajando en la construcción de una nueva masculinidad para desterrar las violencias contra las mujeres. Algunos van más allá y hablan de “masculinidades híbridas” que asimilan nuevos modelos y relaciones con la población femenina.
La pornografía, la trata de mujeres, la prostitución, la violencia de género, los matrimonios infantiles forzados, la esclavitud sexual y la mutilación genital femenina son producto de la masculinidad hegemónica o patriarcal. Esta masculinidad hegemónica nos impregna a todos en la cotidianidad y “normaliza” las costumbres, el lenguaje y la manera como nos relacionamos; basado por ejemplo en mandatos como: “no llores como una nena”, “el varón no es sensible”, “compórtate como un macho”, “cuidado te vuelves marica”, o “no te dejes mandar de las mujeres”.
¿Qué tal que te le midas a de-construir los viejos conceptos del ser hombre que son aliados del sexismo, de la homofobia y de la subestimación de la mujer? Por esas renuncias no vas a ser menos masculino; todo lo contrario, el varón de verdad es el que se relaciona con los demás, de tú a tú, sin jerarquía ni dominio. El hombre nuevo es aquel que promueve la no violencia y que no teme re-definir su virilidad con miras a construir una sociedad más igualitaria y justa.
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