¿Sabes cuál es el órgano sexual más grande de los seres humanos? No seas mal pensado si contestaste que es el pene.
El cerebro es el órgano sexual más grande que tenemos y es tan poderoso este señor, que sin darnos cuenta, nos traiciona con un pensamiento o un recuerdo desagradable. Y cuando eso ocurre, la respuesta sexual se altera o se pierde, a pesar de la calentura que tengamos en ese momento.
Muchas personas no son capaces de liberarse de angustias o miedos cuando están retozando con su pareja y, por supuesto, disfrutan poco o quedan muy aburridos. Y no deja de sorprender que la mayoría de esos temores vienen de la información sexual que tuvimos en la niñez.
Cuando éramos pequeños, nos regañaban si nos tocábamos los genitales y nos decían que era malo hacerlo. A los varoncitos les iba peor porque los amenazaban con cortarles el pene. No entendíamos el por qué pero obedecíamos y nos creíamos el cuento.
Ya grandecitos nos siguieron metiendo miedos sexuales. Que cuidado te dejas manosear si eres mujer, o cuidado no manoseas si eres hombre; preocúpate si no te crecen los senos o el pene; te vas de la casa si traes un embarazo, o cuida de portarte como un macho. Y sigue la lista de regaños, amenazas y comentarios cargados de misterios o censuras.
En la adultez, ese chip sexual que se nos quedó incrustado en nuestro cerebro es el que regula, para bien o para mal, la historia sexual de cada uno de nosotros. Mentiras y creencias falsas sobre la sexualidad que pueden hacer daño de tal manera que terminan coartando el placer sexual.
Veamos algunos de esos miedos que paralizan el gustico:
- ¿Recuerdas el cuento de la cigüeña que trae los bebés al mundo? Uno pensaría que ya nadie se come ese cuento, pero tal parece que sí, cuando vemos tantos adolescentes que tienen su primera relación sexual sin protección. Creen que si dan unos saltos después del polvito, o toman dos coca-colas con una aspirina, van a evitar el embarazo.
- Algunas chicas me confiesan en la consulta que cuando se estrenaron en las mieles del amor, escuchaban la voz de sus madres diciéndoles al oído: “no aflojes las piernas antes de casarte”. ¿Se imaginan ustedes teniendo sexo mientras sienten el martilleo cantaletoso de una voz que les dice que algo están haciendo mal? ¿Terrible cierto?
- Si bien los hombres han llevado las de ganar en el tema de la educación sexual, no se quedan atrás con la pensadera angustiante. Frases o pensamientos premonitorios de fracaso llegan a sus mentes: “no voy a poder”, “no se me va a parar”, “lo tengo pequeño”, acaban con su confianza en el momento crucial y los bloquea terriblemente.
- Y de esa parálisis sexual no se escapan aquellos que piensan que al entregarse en la intimidad, corren el riesgo de ser manipulados como si fueran unos títeres; “es que me la puede montar”, dice más de uno. Resuelven entonces, inconscientemente por supuesto, no entregarse al amante impidiendo que fluya la respuesta sexual. Suena a mal chiste pero terminan perjudicándose ambos.
El miedo es una respuesta natural y adaptativa de los humanos que ayuda a prevenir posibles daños sobre nuestra integridad y salud, pero cuando es irracional y fuera de lógica ya se convierte en un problema. Esto es evidente en las reacciones de algunas mujeres que, así estén planificando, pasan días pensando si quedaron embarazadas después de una relación sexual y se repiten la prueba varias veces; su preocupación infundada no ayuda a que disfruten el sexo.
Hablando de nosotras, no quiero dejar a un lado el temor que nos da cuando sentimos que nuestro cuerpo no se ajusta a los ridículos mandatos de belleza. Los rellenos de grasa, las estrías o celulitis, los senos caídos, los glúteos panchos y decenas de otros prejuicios que rondan nuestras cabezas, también bloquean el real goce sexual.
¿Podemos desterrar los miedos sexuales?
Es posible siempre y cuando no sean fobias patológicas que ameritan una ayuda psicológica. Para resolver los temores que paralizan el gustico te propongo revisar lo siguiente:
- ¿Cómo fue tu educación sexual en la infancia? ¿Había mucha restricción de parte de tus padres? ¿Amenazas o chantajes con respecto a tu cuerpo o al sexo?
- ¿Recuerdas si fuiste abusado o maltratado? ¿O acaso viste una situación sexual de los adultos de tu casa cuando eras niño? ¿Alguien mayor te hablaba de asuntos sexuales que te asustaron?
- Cuestiona tus creencias y revísalas. Hay maneras diferentes de ver las cosas y el sexo ha sido un tabú en muchos hogares en donde se les dice a los niños que es “cochino” o pecaminoso.
- Identifica si presentas síntomas reiterativos de miedo como palpitaciones, temblor, sudor frío o nerviosismo antes, durante o después de un encuentro sexual. Aprende a respirar pausadamente, practica ejercicios de relajación y concéntrate en pensamientos positivos del tipo “voy a poder hacerlo”.
- Si hay confianza con tu pareja confiésale tus miedos para que juntos busquen la mejor manera de disfrutar la intimidad. Si te sientes apoyado te disminuye la ansiedad y facilita que te sientas mucho mejor con esa persona.
Liberarse de los temores que están anclados en nuestro cerebro, no es cosa fácil, pero hay que hacer la tarea de liberarnos de ellos para que podamos disfrutar el sexo a plenitud. Si es necesario busca ayuda profesional, pero haz algo pronto antes que termines paralizado totalmente y no puedas disfrutar ni un besito.
¿Te sientes identificado con algunos de estos miedos? ¿Tienes otros que te gustaría consultarme? Escríbeme y te ayudaré a resolver tus dudas.
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